martes, 30 de junio de 2015

| ¡Bienvenido, Francisco, al sur y al oropel!



Gabriela Ichaso Elcuaz


Francisco debió llegar, en su inminente viaje a Bolivia, a las Misiones Jesuíticas y a la Ciudad de la Alegría, espacios históricos, culturales y sociales coherentes con la formación religiosa del sacerdote Jorge Bergoglio y la opción de vida personal y evangélica del Obispo argentino, continuada en su paso por el rol de Papa de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

Lo reciben El Alto, La Paz y Santa Cruz de la Sierra, ciudades bolivianas que concentran el mayor conglomerado urbano del país. En las ciudades andinas, poniendo en riesgo su único pulmón al oxígeno de los 3.800 metros sobre el nivel del mar, lo esperan cientos de miles de pobres de solemnidad, verdaderos, entre tantos fieles que también lo siguen en todas partes del planeta, además del Gobierno que fustiga duramente a la Iglesia Católica y a sus representantes comprometidos con los derechos humanos esenciales, como la salud y la educación.

En el Oriente boliviano, invierno también, en un clima más benigno y bendecido por los privilegios de las llanuras preamazónicas, la capital del departamento cruceño hará las veces de la puerta a la Chiquitanía, el lugar que eligió su orden sacerdotal, la de San Ignacio de Loyola, para sembrar elementos culturales imperecederos, hoy Patrimonio de la Humanidad, en las únicas misiones vivas de los jesuítas en el mundo.

Llega Francisco, con su nombre simbólico tomado del pobre de Asís, del hombre que abandonó riquezas y vida fácil por seguir el camino del amor a la naturaleza, a la pobreza, a las bienaventuranzas. Llega a pocos días de haber lanzado al mundo, católico y no católico, la Encíclica Laudato Si, una especie de declaración mundial de invocación a retomar el camino de la escala humana y alejar la fatuidad, el fetichismo, el consumismo, el materialismo en el que se encuentra inmerso el ideario colectivo creado por el capitalismo económico lascerante.

Extrañamos la presencia del Obispo Monseñor Nicolás Castellanos, retirado de la actividad sacerdotal y constructor de cientos de obras sociales, de infraestructura y de programas educativos, recreativos y ocupacionales, allí donde el Estado olvidó a los más pobres que llegaron a la ciudad de las oportunidades en busca de un mundo mejor. Extrañamos voces más visibles de la Iglesia que pregona Francisco, de un padre Mateo encabezando la Comisión de Bienvenida y la organización de los eventos previstos o de un sacerdote como Marcial Chupinagua, comunicador social formado en la UPSA, el padrecito originario de la guitarra y las canciones en su parroquia de Pampa de la Isla, el vocero natural de una voz como la de Francisco.

Al oropel y las críticas, a las envidias y egos desplazados por las odiosidades del poder político en todos los ámbitos, a los católicos que les incomoda un Papa que ya es revolucionario cuando incluye sin prejuicios a los marginados de la religión por asuntos civiles, sabrá recibirlo un pueblo que necesita más esperanza que pugnas, más redención que acusaciones, más tolerancia que rivalidad, más aceptación que aplastar a quien le convenga.

¡Bienvenido, Francisco, con tu humildad, la fe y todo el respeto ganado, bienvenido al sur, tu sur, que sabrá agradecerte cada día el haberte visto, en cuerpo humano y alma, en estos tiempos complejos de inflexión mundial!

Editorial de Piedra Libre, de junio de 2015

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