martes, 23 de septiembre de 2008

Carta abierta a Michelle Bachelet | ¡Qué lindos los de UNASUR!

Carta abierta a Michelle Bachelet

¡Qué lindos los de UNASUR!

Michelle Bachelet, presidenta de Chile y pro témpore de UNASUR, tuvo la valentía de llamar a sus homólogos para encarar el tema Boliva… como disculpa, claro.

América del Sur está en un parto fundacional, ni duda cabe. Y Bolivia, es una disculpa, valga la redundancia, claro.

La situación económica y política del más hermoso continente del mundo pasa por un momento crucial en la historia de la humanidad. Las sucesivas quiebras y contradicciones del imperialismo estadounidense y el espanto europeo por las masivas migraciones hacia su territorio, han colocado al mundo que no existía hasta hace poco –la Asia no rusa, la Africa invisible y el exótico latinoamericanismo mudo- en situación poco dominable.

Las demandas de los pueblos del planeta están superando a sus digitadores, ni qué decir de los implacables designios de la naturaleza, sabia rehacia a la mano impune de la humanidad.

Si hubiera sido su antecesor, el de Bachelet, hubiera ocupado los titulares de varios días. Pero es Bachelet, la resistida por los problemas cotidianos e intestinos de su Chile. No es su condición de mujer la que me llama a notarla, sino la de estadista. Asumió el papel que la historia la llamó a tocar y no le hizo lance. Logró que Lula, quien había decidido no asistir, fuera. Logró que Chávez, el que emuló, sin colorearse, lo que pasa en Bolivia con La Moneda de 1973, fuera.

Menudo trabajo para los Cancilleres y su séquito de funcionarios. ¿Quién le cuenta los hechos a los Presidentes?

Bachelet consiguió un pronunciamiento continental con rango de institución supraestatal: una declaración que abrió la puerta a los derechos humanos y a la democracia, sin las presunciones chavistas ni los autoritarismos uribistas. Ahora, lo que hicieron Evo o Chávez o Cristina, detrás de bambalinas y después, es otra historia.

Santa Cruz, la de Bolivia, no la de los Kirchner, lejos de repudiar la declaración de UNASUR, tiene la puerta abierta para dar a conocer su existencia.

Una vez, como aquella de 1952 en la que no había garantías ni testigos, como aquella que quedó grabada en todas las familias de cruceños invadidos por el sentido de una revolución que debió ser para todos, tiene la obligación de continuar su lucha autonomista.

Creímos, como buenos bolivianos, que se trataba de las reglas del juego establecidas. Ya está visto que no es así. Que dos referéndum por una provincia o departamento o estado (según el léxico de nuestros hermanos latinoamericanos) para alcanzar un país descentralizado, no fue suficiente ni para el Presidente Evo Morales ni para los informes de las Cancillerías de los países de la América del Sur.

Muchos cruceños reclamamos durante años una actitud participativa de la región respecto al país, la historia y el mundo. No se trata de decir, lo dijimos. Esta es la oportunidad histórica de que lo que no nos cansamos de contarle al mundo sordo, hoy nos escuche.

No tienen derecho los gobiernos populistas, aliados por el circunstancial precio del petróleo y las dádivas chavistas, a movilizar mercenariamente, como lo hicieran los neoliberales que defenestraran, en contra de nuestros pueblos.

Hoy estamos de blanco pidiendo paz para Bolivia. Mañana estaremos con charreteras en la clandestinidad defendiendo el lugar y la vida de nuestros hijos y de nuestra forma de ser ciudadanos del mundo.

Que UNASUR, presidenta Bachelet, no se quede en el equilibrio de poderes entre Chávez y Lula, entre García y Lugo, entre Cristina y Tabaré. Los cruceños, los tarijeños, los benianos, los pandinos, los chuquisaqueños, somos tan pueblos de pie, como los que cualquier imperialismo colla, inca, estadounidense o soviético, quisieron someter.

Lo hacemos en democracia, presidenta Bachelet, lo que pasa es que en sus países no hubo tantas pruebas de participación como en el nuestro. Los autonomistas queremos hacernos oir, así como los presidentes escuchan a Evo Morales, a quien NADIE en esta democracia boliviana llamó a destituir.

Las cosas son a la inversa. Tantos como quisieron que el Presidente boliviano siga y termine su mandato, tantos y más dijimos que se respete nuestra cultura y nuestra administración regional.

El altiplano boliviano tiene su historia y son millones –no miles, óigase bien, millones- los bolivianos que abandonaron y abandonan su tierra para encontrar el “sueño boliviano” en el Oriente, esta tierra desconocida para el mundo que es 2/3 del territorio boliviano. No sigan confrontándonos más de lo que la historia nos confronta por una obsecuente detención del poder en una ciudad que robó la capitalidad a la historia. Ni por las detestables consecuencias de un modelo privatista que expulsó a miles de mineros hacia el Chapare y su coca neoliberal o hacia la llanura donde encontraron El Dorado familiar.

No somos los radicalismos que muestra la prensa de sus países. Los tenemos como cualquier lugar que piensa y demuestra sus formas de defenderse, pero no son la totalidad de este pueblo, sino lunares en el mar. Y digo bien, mar. Presidenta Bachelet, lo del mar es una reivindicación histórica a la que no vamos a renunciar por el principio de rechazo a los pactos y guerras de mentiritas de turno. Cuando digo mar, hablo del horizonte amplio y esperanzador al que vienen bolivianos y extranjeros, al que viene el turista y el residente, al que vienen todos ellos y encuentran una tierra generosa, amable, pacífica, que celebra la vida con días de fiesta cada día, porque es ley del cruceño la hermandad.

Yo creo en UNASUR, presidenta Bachelet, y creo además porque le costó a Ud. ser profesional, ser mujer, ser política, ser latinoamericana. Yo creo en la Patria Sudamericana, en la que creían los menos leídos y tomados en cuenta por la historia oficial de nuestros países. En la que creen nuestros pueblos que escuchan nuestras tonadas distintas sólo para reconocerse de un lugar a otro y reírse y compartir el sueño de ser latinoamericanos.

Yo creo en Ud. Se lo digo ahora, que durante años no creí en los chilenos salvo por Allende, Mistral, Neruda, te recuerdo Amanda y por mi hermana de vida Diana Pey.

Pero veo en Ud. un ejemplo de vida. Un ejemplo de ciudadanía. Por eso me dirijo a usted. Porque no van a ser unos cientos de kilómetros de tren a Arica los que separen a Chile de Bolivia, porque no van a ser miles de centímetros cúbicos de gas los que la obliguen a deponer sus principios.

Acá todos, queremos paz. Y la paz, presidenta, pasa por dar a quien le corresponde lo que le toca. No sé los modos, no sé los privilegios, pero en esta América latina y nuestra, el socialismo de su padre y el bueno, se juegan por acercar la distribución del poder a la comunidad sin imposiciones de ningún tipo. Esa es la mayoría de edad que queremos nos reconozcan a cada pueblo, a cada cultura, a cada territorio. Para crecer, para mostrarnos mejores, para ser más humanos en este mundo guiado por las bolsas de valores y el cambio del dólar.

Mis hijos dan vueltas, sabe? Esperan una respuesta a esta estupidez que estamos viviendo porque tienen derecho a sublevarse en contra de la irracionalidad. Ya lo hicimos nosotros, los de nuestra generación, años más años menos. ¿Tenemos derecho a hacerles vivir la incertidumbre a los chicos que crecen este angustioso presente?

1 comentario:

Unknown dijo...

Podría considerar un alívio que alguien con tan claro panorama esté comprometida con la otra verdad del estado de las cosas en Bolivia.Recien me creé un blog,movido por el interés de demostrar que los jóvenes cruceños, no sómos todos indiferentes a nuestra cultura;que no a todos nos gusta hablar spanglish,ni adorar a los ¿músicos? de paises bananeros, ni usar las herramientas informáticas para denigrar personas o mostrar absurdas rabietas de racismo.Pondero tu esfuerzo y dedicación para con la patria chica.Saludos.