jueves, 10 de diciembre de 2009

El Presidente está enojado (Evo está caliente)

Los cruceños fuimos a las elecciones generales del 6 de diciembre sin candidato propio y guiados por un alfabetismo político desconocido por los principales líderes opositores y la parafernalia "evista" de campaña. Votamos por quien se animó a representar el opuesto a lo que no queríamos, con una consecuencia militante con nuestra cultura y nuestra forma de vida, aún desconociendo si tenía plan y quiénes son los que llegaron al Parlamento.
Evo Morales no ganó en Santa Cruz y, por eso, está pasando factura al entorno al que confió recursos, listas parlamentarias y estrategias en el Oriente boliviano, a expensas incluso del desplazamiento de sus “movimientos sociales”. El crecimiento de su votación en Pando, Beni y Santa Cruz fue insuficiente para el triunfalismo que le atribuyeron los medios de comunicación y que, el Presidente, no gozó como esperaba. Ni siquiera la terrible vaina del sable del polémico caso Rozsa -que dejó sin voz ni abanderados al grito autonómico, y que Evo empuñó a diestra y siniestra mostrando su Constitución “autonomizada”-, le alcanzó.
Y cuando el Presidente se enoja, no sabe disimularlo. Viajó al exterior previa severa reprimenda a sus operadores en estos departamentos reacios a su esforzada, forzada y maquillada seducción de querernos mucho, parecer autonomista y cenar en Los Tajibos. El Presidente aceptó ser quien no es para ganar y no fue suficiente la parodia.
El Presidente sabe que no es candidato a Gobernador ni a Alcalde; que la oportunidad de oro ya pasó, que a su proyecto de poder le falta la bala de plata para repetir el 40% en abril y que lejos está el 2014 para recuperar la opción perdida.
Otra cosa es una elección sin Evo Morales de candidato.
No entiende los códigos cruceños, como tampoco su entorno. Así como los hilos del poder institucional en Santa Cruz tampoco entienden los códigos del Presidente y se atrincheran en atacarlo por todo y por nada, a la antigua usanza de los asesores de escritorio que sugieren darle duro y con todo para bajarlo, como hacían en otras elecciones contra el candidato más favorecido en las encuestas.
Los columnistas antievistas, como los denomina Martín Sivak, y los funcionales a la autodenominada revolución democrática, lejos de esclarecer el panorama, inducen al error. Perdidos por perdidos y catapultados por el inmediatismo de los medios de comunicación, ingenuamente se alinean en la lógica del blanco y negro, a favor y en contra de Evo Morales.
El “monstruo” en abril no es Evo Morales, sino el desafío de responder con altura, propuesta y alternativa seria, a los cientos de miles de cruceños que esperan y merecen saber qué se hará con la autonomía departamental ganada con su voto y con la autonomía municipal postergada estos cinco años de silencio injustificable.
Los códigos cruceños son muy simples y muy humanos, pero no tontos útiles. Perdonan cuando hay propósito de enmienda y cuando se sienten respetados y correspondidos en su lealtad, en su opción de vida en esta tierra, en su buena fe en sus conductores. Y no perdonan el engaño.
En las elecciones que vienen no está Evo, sino nosotros mismos. Y triste, por decir lo menos, es el espectáculo de la puja de quienes se creen dueños de proyectos inexistentes a nombre de los cruceños, dando por descartado que todos estamos convencidos que obras sin alma y dirigencias acalladas en sus demandas bajo amenaza de ser acusadas de traidoras o masistas, son suficientes para arrastrarnos como rebaño. No nos subestimen ni echen a perder la nueva chance que les da la historia y la democracia.
Los escenarios y los votos los ponemos nosotros, los protagonistas del fin de nuestra forma de vida o de su relanzamiento coherente, son ustedes.

Gabriela Ichaso | Directora de Idearia y revista Piedra Libre

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