martes, 10 de marzo de 2009

De la dictadura populista sindical, las logias paceñas y el Comité cruceño

Editorial de Piedra Libre / Febrero de 2009

A este título se ha reducido la política nacional. No hay que darle muchas vueltas. El Gobierno de Juan Evo Morales ha sabido capitalizar el “trabajito” de las transnacionales indigenistas y apropiarse de un discurso noventero que mantiene con excelentes honorarios a la burocracia profesional del tercer mundo latinoamericano.

El triunfo del MAS y su llegada al Poder Ejecutivo fue apenas un cambio de nombres y de colores para las logias paceñas, ya instaladas con sede principal en Santa Cruz de la Sierra, silenciosas y menesterosas, empujando por debajo de cuerda la implantación del neoimperialismo incaico en el territorio de las llanuras.

No hay logio paceño que no se pasee por la Monseñor Rivero, avenida cruceña de actualidad y moda social, reuniéndose entre sí, continuando sus relaciones culturales y empresariales para reproducirse, ajenos a las reivindicaciones autonómicas, identitarias y económicas de la forma de vivir cruceña. La dictadura populista sindical en ciernes no toca sus intereses.

El silencio de los paceños es un llamado de atención a las estrategias de política regional que se implementen en los próximos días.

En torno al cambio de Directiva del Comité pro Santa Cruz, los intríngulis tienen poco de sorprendente, aunque haya varias lamentaciones y heridos en su amor propio por el previsible resultado. Varios ex presidentes votaron a Herland Vaca Díez a la presidencia, y blanco para las Vicepresidencias.

Guido Náyar, acusado en los pasillos de “político”, obtuvo una gran victoria contra sí mismo: si alguien piensa que por ir solo la tenía ganada, es complejo enfrentar una elección sin candidato adversario, porque da lugar a que el elector dé por hecho su victoria y provoque la tentación de dejar en blanco una casilla antes de marcar sí por el polémico ex Ministro de Gobierno. El voto duro triunfó -como es tradición en la institución más representativa del corporativismo local- por plancha. Tampoco había alternativa. Para quienes piensan en que la había, uno de los candidatos a la presidencia -no lo dijo públicamente y nadie se lo preguntó- mantenía con su bolsillo el entrenamiento armado de grupos irregulares para el caso que se diera “la defensa de Santa Cruz” por la vía violenta. Las desaveniencias internas, más bien personales que institucionales, negaron su apoyo a los “elegidos”.

Hoy por hoy, el Comité pro Santa Cruz tiene a dos representantes del agro cruceño y un antiguo dirigente de la Universidad pública.

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